Las “Medallas Beccaria” y la Sociedad Internacional de Defensa Social
Por Mario Pisani Catedrático de la Universidad de Milán
Acaso los oyentes, y los lectores, del mañana se pregunten por qué, hace algunos años, la Sociedad de Defensa Social se propuso impulsar la iniciativa de conceder una medalla que toma el nombre del gran Cesare Beccaria. La respuesta a una tal cuestión puede, de hecho, ser dividida en dos partes, comenzando por preguntarnos cómo y por qué, la entidad promotora de la iniciativa – y por lo tanto el propio movimiento de defensa social para una política criminal humanista – entendió que ello era reconducible al nombre y a las grandes enseñanzas de Beccaria. Tal respuesta fue dada ya, en su momento, por Marc Ancel. Y así, con ocasión del Congreso internacional con el que, en 1989, se conmemoró en Milán por parte del Centro Nacional de Prevención y Defensa Social el 250 aniversario del nacimiento del gran ilustrado lombardo, Ancel escribió: “Con el propósito de excluir la iniquidad y la barbarie del sistema penal, y en la tarea de hacerse cargo de garantizar, a la vez, su concreta eficacia (Beccaria) se propone, por ello mismo, adaptarlo a las condiciones sociales, económicas y culturales de la sociedad en que éste se debía de aplicar, o la sociedad que se pretendía buscar dentro del gran movimiento de la era de las luces. También de esta manera, sobre todo de este modo, Beccaria pone las bases del camino intelectual y moral que, pasando a través del Derecho penal clásico, llevará al desarrollo de una política criminal humanista. Es en nombre de ello, y en esta precisa medida, llena de matizaciones y cuestiones entrelazadas, que los actuales seguidores de la Defensa Social pueden, con todo reconocimiento, ver en él a un indudable precursor”.
Queda después una segunda parte de la cuestión inicial que merece respuesta: es decir, cómo y por qué surgió en los planteamientos de la “Societé” que el recuerdo de Beccaria se materializase en una específica medalla conmemorativa, año tras año. A este respecto la respuesta es más simple y, en cierta medida, reservada, porque nos lleva al relato de nuestras propias crónicas internas. Y así, con ocasión del Consejo de Dirección de Toledo de primero de noviembre de 2003, el nuevo presidente electo, Arroyo Zapatero (p.4 del acta) se dirigió a un miembro del Consejo para que pensase “en una señal concreta de reconocimiento por parte de la SiDS hacia aquellos que se hubiesen hecho acreedores de particulares méritos en el curso de su actividad en defensa de una política criminal humanista (una medalla, por ejemplo)”. Y la medalla se concretó inmediatamente, de oro por su valor altamente simbólico, tras el generoso gesto del Ayuntamiento de Milán, que puso a nuestra disposición el modelo hecho acuñar unos años antes con ocasión del 250 aniversario antes apuntado.
La concesión de la medalla Beccaria tuvo después su inicio, a partir de Diciembre de 2004, tras una deliberación en favor del Presidente honorario de la Societé, M.me Simone Rozés, ya presidente de la Corte de Casación francesa, y, sucesivamente, a favor de Hans Henrich Jescheck y de Giuliano Vassalli. Pero por razones de carácter organizativo la ceremonia de la concesión a M.me Rozés debió ser retrasada todavía algún tiempo, hasta tener finalmente lugar con ocasión del encuentro organizado por el ISPAC, en Courmayeur, en Diciembre de 2005. Al presentar, en forma de laudatio, la “motivación” de la concesión de la medalla, el presidente Arroyo Zapatero destacó “…il suffirait de dire que Simone Rozès a été notre President durant des nombreuses années et qu’elle a répresenté d’une manière formidable les idées de nos fondateurs, notre programme minimal renouvelé, et nous même”. Y así la primera ceremonia de concesión tuvo como protagonista, y destinatario, al prof. Jescheck, con ocasión de la celebración de su 90 cumpleaños, que tuvo lugar en Freiburg el 10 de enero de 2005. Por delegación del Presidente de la Societé la entrega fue realizada por Klaus Tiedemann, que sintetizó así las características de la trayectoria científica del gran maestro alemán: “apport essentiel au développment de la cience pénale, spécialement à travers l`inclusion des garanties de l’ Etat de droit et du droit comparé; orientation humaniste de la politique criminelle (…); insistance sur les aspects sociaux du système du droit pénal”.
Tenía después lugar, en Milán, el 18 de marzo de 2005, la entrega de la medalla a Giuliano Vassalli, ya presidente de la Corte Constitucional italiana y Ministro de Justicia. Los temas del “discurso” introductivo del presidente Zapatero serían igualmente retomados en la “allocution” del autor de estas palabras, para celebrar la excelencia científica, y no sólo, del gran jurista romano: “un exemple prodigieux de dévoument aux études pénales et de ferveur créatrice multiforme”.
Con ocasión del XV Congreso Internacional de la Societé (Toledo, septiembre de 2007), se hacía entrega por cuarta vez de una “Medalla Beccaria”. En esta ocasión se rendía honores a la figura y la obra de Juan Guzmán Tapia, ya magistrado de la Corte de Apelación de Santiago de Chile, devenido emérito en el proceso de transición a la democracia de aquel país6. En su discurso de agradecimiento J. Guzmán recordaba por lo demás: “…Antes de que se hablara de Derechos Humanos, Cesare Bonesana, Marqués de Beccaria, enciende la luminosa antorcha de la humanidad como precursor de estos principios y de estos derechos que doscientos años más tarde están contenidos en los Tratados, Convenciones Internacionales y en las Constituciones de las naciones más avanzadas”.
El “cercle privilégié” –así lo calificó Tiedemann en su momento– de los galardonados con nuestra prestigiosa “medalla” se ha venido ampliando, también más allá de Europa. Y es ahora la ocasión, en Madrid, de otras dos grandes figuras de juristas de nuestro tiempo, de diverso origen y nacionalidad, y de diferente vocación y méritos científicos: Mireille Delmas Marty y M. Cherif Bassiouni. Pero respecto a ambos se pronunciarán ya las laudationes que, respectivamente, les corresponden, con toda admiración y gratitud. Y a las que se unen, desde la cercanía o desde la distancia, la más ferviente felicitación de todos nosotros.
Traducción al español por Miguel Ángel Rodríguez Arias, Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional (UCLM).
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